9 de octubre de 2008

Celtic Woman




Celtic Woman, con los ojos cerrados y sentada en lo alto de un acantilado, en ese lugar que durante tanto tiempo fue "el final de la tierra" en esa costa tan vuestra y que tantas historias ha recogido con el paso de los siglos. Tienes la cabeza alzada hacia el sol poniente que baña con su luz anaranjada tu rostro de pálida tez mientras el viento, apenas una brisa marina, juega a enredarse en tu ondulada melena color de miel.

Celtic Woman, abres los ojos y delante de ti se extiende ese mar al que tanto le debéis y piensas en toda esa gente que, por uno u otro motivo, se adentraron en sus aguas para no volver. Desde aquellos primeros guerreros celtas que se despidieron de sus familias para emprender la última batalla contra el enemigo -posiblemente algún navío que, proveniente del inhóspito norte azotara sus poblados- hasta aquellos que, sobretodo durante los dos últimos siglos, se vieron forzados por las circunstancias, o por un sueño, a cruzar el océano hacia otros lugares en busca de una fortuna que en la mayoría de los casos ni llegaron a oler. También piensas en todas aquellas gentes que han salido para ganarse el sustento de los suyos cada día con sus barcas, o simplemente pendiendo de unas cuerdas en busca de percebes y que le han dado el macabro nombre de Costa Da morte a una parte de vuestro litoral.

Planeando sobre las olas espumosas una gaviota hace alarde presumida del arte de volar. De vez en cuando cae en picado sobre el agua para, momentos después, cuando ya tiene la presa en su pico, volver a elevarse elegantemente. Si escuchas con atención podrás oír un canto embrujador que reconocerás al instante, el de las últimas sirenas, que situadas entre tu tierra e Irlanda aún intentan echarle el lazo a algún marinero despistado. Si fijas con atención la vista sobre el horizonte, poniendo tu mano sobre tu frente para que no te deslumbren los últimos rayos de sol, quizá puedas vislumbrar una columna de agua que aparentemente se eleve de la nada. Son las ancianas ballenas que hacen su ancestral camino hacia las aguas más frías del norte. Más en la orilla dos delfines te alegran la vista saltando juguetones sobre el agua.

Celtic Woman, aspiras hondo y puedes oler ese aroma tan característico del lugar, mezcla del fuerte olor a salitre del mar y las más variadas esencias de la montaña. Recoges con una mano un ramillete de lavanda y con la otra, de forma inconsciente, un puñado de tierra. Te levantas y aprietas esa mano fuertemente pensando en lo que le ha costado a tu gente decir -"Esta es mi tierra".

Celtic Woman, de un pueblo de gente sencilla y pobre materialmente, pero muy ricas en folclore y tradiciones, gente capaz de dar el último mendrugo de pan a un desconocido sin preguntarle ni de donde viene, gente curtida en el mar y en la montaña, gente a la que u8nos cuantos se encargaron de enseñar a infra valorarse para servirse de su esfuerzo, gente a la que le enseñaron incluso a avergonzarse de una lengua, la tuya, a la que defiendes con capa y espada.

Celtic Woman, descendiente de Breogán. Por tu sangre se mezclan el ardor del guerrero y la sabiduría del roble, de la que eres heredera. Celtic Woman, misteriosa como la niebla que se posa en algunos de vuestros lugares. Celtic Woman, con ese toque mágico que las mujeres de tu tierra tenéis, porque "haberlas haylas". Celtic Woman endurecida a base del sufrimiento de un pueblo constantemente castigado y condenado a una diáspora involuntaria, al exilio de miles de corazones que se quedaron allí, con sus familias esperando el regreso.

Celtic Woman, la noche ha ha caído y emprendes el descenso hacia la aldea bajo ese Campus Stelae que se ha descubierto sobre tu cabeza. Una fina lluvia empieza a caer y hace que te sientas viva. A medida que te acercas al poblado te vas sintiendo abrigada por el sonido de una gaita que desde el interior de su hogar hace sonar algún guerrero de los de antaño, celebrando su regreso del campo de la batalla.

Mientras avanzas, en el interior del frondoso bosque, te parece ver diversas luces en procesión, algo que posiblemente hubiese podido llamar la atención de algún curioso pero que a ti te produce un escalofrío y tratas con respeto. Un respeto imbuido por las supersticiones y por el hecho de que tú, verdaderamente, eres una Celtic Woman.

3 comentarios:

Beatrice dijo...

Gracias por tu visita a mi blog.
Me encantó esta entrada, mis raíces están allá en Galicia, en Coruxo desde donde salieron mis abuelos maternos a fines del siglo 19 y mi padre de un pueblito llamado Teis en 1930.
Algún día acudiré al llamado.
Saludos

trainofdreams dijo...

Somos coma o lume
que da luz nas tebras
i esperta as concencias
dos confins da terra

Precioso....

fonsilleda dijo...

Te dejé unas palabras en su momento, en otro lugar, pero ¡qué quieres!, me toca tan de cerca, me parece tan precioso, que no sé qué más puedo decir.
Supongo que esa Celtic Woman tiene que sentirse, orgullosa, agradecida y apabullada y atónita por tal regalo.
Biquiños

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